Dicen que viajar a Cuba es viajar en el tiempo, 50 o 60 años atrás. Es encontrarse con los albores de una época en la que el mundo vivió remezones tan fuertes, que no pasarán desapercibidos en los libros de historia.
Sin embargo, no es oficio de este artículo relatar ese pasado, sino la maravillosa experiencia que es recorrer las calles de La Habana-Cuba, con todo lo que esto representa.
Este paraiso cuenta con uno de los parques automovilísticos más antiguos del mundo. Sensaciones se enfrentan, se complementan, se revelan tan solo con bajarse del avión.
Desde allí, se puede percibir que la isla tiene un sabor, un olor y hasta una cromática, que no hay en ningún otro lugar del mundo.
Entre calles históricas, edificaciones derruidas y talento humano por doquier, se observa una colección completa de los mejores y más potentes autos que han existido. Ford, Pontiac, Willy, Cadillac y otras casas automovilísticas tienen parte de su patrimonio circulando, aunque aquellos ejemplares se hayan fabricado medio siglo atrás.
Por supuesto, muchos de estos coches tienen piezas mecánicas adaptadas o ingresadas a la isla de forma informal. Incluso, algunos de ellos funcionan gracias a la adecuación de partes de lavadoras y refrigeradoras en su funcionamiento. La creatividad del cubano es sorprendente.
La belleza natural de este destino se complementa con estos automóviles que circulan. Un verdadero museo rodante, que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo y ¡vaya que he estado en muchos lugares!
Recorrer La Habana en esos ejemplares es una de las actividades preferidas de los turistas, cuesta apenas 30 dólares la hora.
Más de 10 000 “almedrones”, como se les conoce a estos clásicos, transitan en la tierra caribeña. Moskvitch es una de las marcas más comunes en Cuba, con cientos de coches de los años 60 y 70, todavía en funcionamiento.
Más de medio siglo después de
su época de esplendor, Cadillac,
Chevrolet o Pontiac siguen en la isla.
Una de las características de los recorridos en los almendrones es que quien los haga, deberá compartir la experiencia con preliminares desconocidos, que lo único que tienen en común es el destino.
En el camino, se puede parar para recoger a nuevos pasajeros que estén en la misma ruta. Su ritmo es lento y pausado, lógico.
Tienen décadas a sus espaldas y los conductores son auténticos genios del volante, capaces de hacer circular esos coches que, en manos de cualquiera, serían inconducibles por sus embragues gastados, cajas de cambios que no engranan si no es haciendo el juego necesario de acelerador y embrague, o direcciones como piedras que piden fornidos brazos cubanos para moverlas.
[smartslider3 slider=8]El gobierno cubano es consciente de su patrimonio automotriz y cada año realiza el X Rally de la Escudería de Autos Clásicos y Antiguos “A lo Cubano”.
Esta es una actividad turística única para disfrutar de los vehículos clásicos y antiguos mejor conservados de La Habana.
Más de medio siglo después de su época de esplendor, esos Cadillac, Chevrolet o Pontiac siguen en la isla. Dignos, galantes, fuertes, poderosos. El rugir de los motores se mezcla con el calor y el cielo azul de caribe.