¿Qué pasa con nuestro organismo cuando no desayunamos? La respuesta es mucho más compleja de lo que se espera porque no solo es una sino varias. Primero, pongámonos en contexto, el desayuno es la primera comida del día que se la come antes de o al momento de iniciar las actividades diarias. Se estima que su aporte energético es del 20 al 35% de lo que requiere el cuerpo a diario con un aporte de 400 kilocalorías al día. Además, uno de sus principales aportes es que al desayunar es menos probable que se coma en exceso el resto del día.
Las consecuencias de no desayunar son varias. Al no hacerlo, es más probable que se coma más en otra hora. Algunos estudios plantean que saltarse el desayuno hace que el cuerpo busque compensar la falta de calorías en algún otro momento del día.
Otra consecuencia es la quemar más kilocalorías pero hacer de esto un hábito puede aumentar la concentración de glucosa, los marcadores de inflamación y la resistencia a la insulina en el cuerpo. Indudablemente, no desayunar va a desembocar en un mayor apetito.
No habrá cambios significativos en el gasto energético ni tampoco en cuanto al gasto inducido por tu metabolismo basal y mucho menos a la termogénesis. Por otro lado, debido a la restricción calórica voluntaria que se hace al omitir el desayuno se puedes tener efectos neuroprotectores, antiinflamatorios y de antienvejecimiento.
¿Es bueno o malo saltarse el desayuno? Todo depende del estado de salud de cada uno y el ritmo de vida que se lleve. Lo más recomendable siempre será consultar con un especialista y conocer qué dieta es la más adecuada para cada uno de nosotros. No hay que dejarse llevar por dietas que se ponen de moda.