La avenida González Suárez de Quito es la principal arteria residencial de la ciudad y un lugar de movimiento urbano intenso, en el día y por la noche. Convertida en el verdadero corazón de la actividad citadina, acoge a restaurantes, cafés y bares, como Ciré Capital, que han venido a completar el ritmo de una ciudad como la capital del Ecuador.
Erick Dreyer, de origen alemán, junto con María Gabriela Crespo, son los artífices de Ciré. En un ambiente completamente moderno de líneas rotundas y desniveles sugestivos, el restaurante se abre a quien desea ser tentado por las mieles de la gastronomía. Todos son platos elaborados sobre la base de productos ecuatorianos de altísima calidad, seleccionados por su comprobada idoneidad para componer platillos extraordinarios.
Abierto desde marzo, Ciré ha debido atravesar los vaivenes a los que nos convoca esta época desafiante. Ciré también está en la plaza de Cumbayá, con un concepto que es el mismo pero con un carácter más clásico, en tanto que el de la González Suárez es un restaurante ultramoderno abierto a lo más citadino, al pulso de la urbanidad posmoderna. Entretanto, en la circunstancias actuales, han reabierto con ganas de festejar al mundo. Como dice Erick Dreyer, “la gente llegó a un punto en el que las ganas de vivir superaron al miedo, la gente debe disfrutar y esto también es algo psicológico. Veo a la gente con ganas de disfrutar cuidándose”, y esto es un síntoma de que un restaurante, ante todos los lugares, es el que ayuda a socializar, conversar, saber de los otros y crear un ambiente de regocijo en medio de una situación que inquieta.
Pero para ello está Ciré. Su base es lo que representa la comida de un país diverso, el país de los Cuatro Mundos, en su variedad de granos, proteínas, hortalizas, especias. La proteína que se ofrece en Ciré, carnes, pescados, cerdo, por ejemplo, provienen de proveedores pequeños, de granjas de manejo responsable. Todos ellos son productos elaborados con conciencia ambiental por los que se puede pagar un toque mínimamente más alto pero que se quedarán en nuestro paladar para siempre. Vale la pena. El toque en Ciré es que podemos degustar tres platos en lugar de uno central y con ello enseñar a nuestro paladar acerca de heterogeneidad, sobre sabores diversos. Probar más sabores, ser más dinámico y colorido son claves de Ciré.
Con una barra que es con seguridad la mejor provista y la más fina de la ciudad, en Ciré Capital podemos tomar una copa del mismo modo que aguardar por una cita o una reunión privada de negocios. El ambiente es el que provee de belleza y sabor. Si desea, pruebe un menú de degustación o seleccione en la carta. Nunca quedará poco satisfecho. Los cocteles alegrarán su noche, usted tiene la completa libertad para beber un cóctel una vez que haya cenado, hasta la hora que desee. Bajo el auspicio de su anfitrión, Erick Dreyer, especializado en Quito y en España, y en los ambientes diseñados de modo formidable por su esposa María Gabriela Crespo, Ciré siempre mantiene las puertas abiertas.
Al salir del lugar estará en la misma ciudad, pero usted será otro.
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