La alarma del fin de semana ha sido estremecedora y es la campanada más reciente de un 2020 aciago: una nueva cepa del coronavirus SARS-CoV-2 se ha extendido rápidamente en Inglaterra ante el pánico de sus habitantes y de Europa entera. Técnicamente conocida como B.1.17, la variedad data de septiembre y al parecer es más agresiva a causa de las mutaciones genéticas en comparación con las cepas que hemos conocido y han causado un impacto en la salud del mundo, la economía del planeta y ha develado la fragilidad de los sistemas de salud y de la robustez de los Estados del mundo.
Ha sido el condado de Kent, en Inglaterra, el lugar donde se detectó por primera vez esta nueva cepa del coronavirus y en Londres el 21 de septiembre. Al parecer ha surgido en el cuerpo de un paciente infectado durante semanas, lo que permitió que el virus se adaptara y acumulara cambios genéticos. Quizá ha pasado en el cuerpo de un paciente inmunodeprimido.
No se ha confirmado la mayor gravedad de esta nueva cepa del coronavirus pese a los anuncios. Pero el Reino Unido ha declarado medidas de emergencia ante la posible expansión geométrica del mal. Lo que sí se ratifica es que se trata de una variedad más contagiosa que las anteriores de acuerdo con la estimación basada en modelos matemáticos. El número R que es la variable que calcula la velocidad de reproducción del virus se incrementa en 0.4, con lo que el ritmo del contagio con esta cepa es más alto.
Con esos informes, lo que ha hecho el Reino Unido es la medida entendible: aumentar los controles para reducir la posibilidad del contagio. Se cierran los bares, los pubs, los restaurantes y el miedo comienza a propagarse de nuevo en el país dirigido por un Boris Johnson que no ha estado a la altura de las circunstancias en ninguna de las etapas del contagio durante este 2020. Se conoce que la nueva cepa se ha extendido ya a toda la isla, también en Gales y Escocia, es decir, pese a que se ha actuado con coherencia científica nuevamente se lo hace tarde. El sudeste del país es la zona más afectada, precisamente en la zona de mayor concentración urbana: Londres, donde se han concentrado más del 60% de casos del virus. La alerta de la nueva cepa está ya en Dinamarca, Islandia, los Países Bajos, Italia, Bélgica y Australia y los países han suspendido los vuelos al Reino Unido.
¿Se viene una nueva ola de expansión viral en Europa? Esperemos que no.