El tango venía de Gardel, de Santos Discépolo y de los orígenes en la Argentina. Necesitaba su reinvención y ella estuvo a cargo del maestro Piazzolla a quien hoy recordamos por sus cien años. El mundo del siglo XX tomaría un nombre y este sería el de Piazzolla, el creador del nuevo tango.
Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, de línea italiana. Pero pronto el pequeño Astor irá camino de Nueva York a causa de la necesidad de sus padres por salir adelante. Tiene cuatro años. El padre, de nombre Vicente, abre una peluquería pero en Astor anidaba ya el germen imposible de la música. Eran épocas de jazz, siempre han sido épocas de jazz pero al pequeño Astor también lo acompaña un acompañante secreto llamado Johan Sebastian Bach. El padre fue el tango para Astor, el tango que traía en las venas desde el Sur, la melancolía del viento.
“Mi padre escuchaba tango todo el tiempo, acordándose con nostalgia de Buenos Aires, de su familia, de sus amigos. Siempre solo tango, tango”. El padre le regala un bandoneón y Astor se concentran en él. Pero en los orígenes el secreto es que Piazzolla no se engancha al tango más que por complacer al padre que todo lo relaciona con él. Llega a conocer a Gardel en 1930, en el rodaje de “El día en que me quieras” en la que actúa Piazzolla en el papel de un repartidor de periódicos. Para el 37, toda la familia retorna a Buenos Aires con un Astor lleno de jazz y música clásica. Pero asiste a un concierto del grupo Elvino Vardaro que lo conmueve por una interpretación por completo inusual del género clásico. Cambiado, Piazzolla decide emprender su carrera formar parte de la orquesta de Aníbal Troilo. Es el comienzo esencial.
En Piazzolla vemos las notas de la formación clásica llevadas al máximo, notas que se derraman en largas secuencias conducidas a su esplendor mayor por el juego con la música clásica. Ese es su norte: convertirse en compositor clásico. Para ello sigue clases con Alberto Ginastera, uno de los compositores argentinos más famosos de su tiempo. Temprano, Piazzolla hace sinfonías, música de cámara y algún tango. Pero la mala fama del tango hace que no las publique. Mantiene en reserva al tango y la vocación clásica crece. Los migrantes habían llegado a La Boca, en ese entonces la peligrosa zona donde anida el tango. Como sabemos, el tango creció entre crimen, alcohol, prostitutas y arrabales. Buscaban olvidar el anhelo del hogar, la vida de la familia desarmada por la migración y la pobreza.
Sería una famosa profesora de piano de origen estadounidense que impartía clases en París quien cambiaría esta historia aunque no pueda creerse. En Buenos Aires un Piazzolla cambiado y en gran estudio del tango lo hace con sigilo a causa de la fama arrabalera del sonido mayor de Buenos Aires. 1954 será decisivo: Astor consigue una beca para estudiar con Nadia en París. Pero doña Nadia no gusta del señor Piazzolla al piano con Stravinski o Bela Bartók, y tampoco en sus propias composiciones clásicas. Nadia le pide que toque un tango y Astor se pone con “Triunfal”. La vieja y severa profesora Boulanger dice: “no abandone jamás esto. Esta es su música. Aquí está Piazzolla”. Esas palabras se convertirán en la verdad.
“Yo pensaba que era una basura porque tocaba tangos en un cabaret, y resulta que yo tenía una cosa que se llama estilo”, dijo Piazzolla después.
Y ese momento nació el nuevo tango, el que conquistaría cada rincón del mundo. En Buenos Aires, Piazzolla formará su “Octeto Buenos Aires”, un ensamble con guitarra eléctrica, algo insospechado en el mundo del tango. Ese día el mundo —y no es esta una exageración del periodista— tomaría otro rumbo. Ese día habría de nacer la “música contemporánea de Buenos Aires”, la música nacida para escuchar, la música clásica del Sur. A ello el genio sumaría jazz, folclor, música dodecafónica música clásica a secas. El mundo de la música nunca sería la misma. Su mentor: el hombre que cumple cien años. Moriría en 1992, a los 71 años. Pero ya había cambiado el mundo.