Desde que llegué a Dolce Vita, he conocido a diferentes personajes cuyas vidas han sido más que notables. Uno de estos personajes fue Santiago Gangotena. Una entrevista que había planificado duraría unos 20 minutos, se extendió a tres horas. Él no me conocía y lo que yo sabía de él, era lo que había encontrado en Internet. Aun así, a quien pude conocer durante ese lapso fue a un hombre que no temía decir lo que pensaba y defenderlo, y también a un hombre curioso que disfrutaba de una buena conversa.
Ha pasado poco más de un mes de su fallecimiento, hoy, en Dolce Vita hablaremos sobre este hombre que cambió la vida de miles de personas, y aún más, convirtió a una institución como la Universidad San Francisco de Quito en un referente absoluto de la educación en el Ecuador y Latinoamérica. Pero sería injusto hablar de él, basado en una entrevista realizada años atrás. Para ello, hablamos con una de las personas más allegadas a él, quien lo conoció por años y en quién depositó su confianza, Jorge Gómez Tejada, presidente de la Corporación de Promoción Universitaria, gestora de la Universidad San Francisco de Quito.
Santiago Gangotena no solo fundó una universidad. Lo que el hizo fue cambiar totalmente la educación en el país. Un centro en el que no solo se formó académicamente a hombres y mujeres, sino que también se los formó en las artes liberales. Jorge recuerda que, para Santiago, “la educación es un acto de amor” y esa fue la manera en la que él se relacionó con los estudiantes de la universidad a quienes “siempre protegería”.
Respecto de su personalidad, Santiago era un hombre curioso que se interesaba en todos y en todo. Era una persona que le encantaba escuchar y entender a la persona con la que hablaba. “Él era de pocas posiciones, pero posiciones firmes. Era de principios fuertes, con quien se podía estar o no estar de acuerdo, que las mantuvo hasta el último día de su vida”, afirma Gómez. Y es que precisamente esa forma de ser de Santiago es lo que hacía de él un hombre libre, uno que no veía la vida linealmente sino siempre estaba abierto a las posibilidades.
“Cuando le pierdes miedo al futuro y te enfocas en el presente, haces las cosas bien. Estás construyendo un presente fuerte”, dijo Gómez al hablar sobre cómo era trabajar con Santiago, cuya personalidad resultaba chocante para la sociedad en la que vivimos y que, lamentablemente, está llena de prejuicios.
¿Qué es lo que nos deja? Además de su legado en la educación y cambiar la vida de miles de personas, Gómez precisa que: “Él siempre insistía en que debes disfrutar el presente al máximo. No tienes que dejar que tus miedos te eviten hacer lo que quieres”. No cabría decir que era un hombre adelantado a su época pero sí uno que decidió vivir sin tapujos ni vendas en los ojos.
Él era un hombre un más, pero lo que lo hacía diferente es que buscó hacer realidad lo extraordinario, materializar sus sueños y atreverse a ir más allá.