El sushi es, definitivamente, una de las expresiones más sublimes de la cocina japonesa. Y este 18 de junio, le rendimos homenaje. Minimalista, preciso y profundamente simbólico, este arte culinario ha cruzado fronteras y nos ha transportado a un mundo de sabores. Y no es para menos. El sushi no solo es comida; es ceremonia, equilibrio, belleza y sabor en su estado más puro. Un bocado de historia que, a través de arroz, pescado y alga, narra siglos de tradición y perfección.
Pero lo fascinante del sushi es su capacidad de adaptación. Sin renunciar a sus raíces, ha sabido dialogar con otras culturas, ingredientes y técnicas, transformándose en una experiencia gastronómica tan diversa como universal. Desde las barras tradicionales de Tokio hasta los rooftops cosmopolitas de Nueva York o los mercados de Lima, el sushi ha evolucionado para seguir deslumbrando. En ese recorrido, ha encontrado nuevas voces, y entre ellas, una resuena con fuerza en Quito.
En la capital, encontramos a Maki, que por más de una década se ha establecido como un espacio de innovación, sabor y estilo. Aquí, el sushi es vibrante y profundamente sensorial, marcado por el mestizaje de culturas. Maki es más que un restaurante: es un laboratorio de emociones donde Japón se encuentra con Perú.
La propuesta de Maki se inscribe en el alma de la cocina Nikkei, esa fascinante fusión peruano-japonesa que juega con contrastes y encuentra armonía entre lo ácido, lo crudo y lo cocido, lo delicado y lo explosivo. Su rollo insignia, el rollo Nikkei, es toda una declaración de intenciones: una reinvención que une la frescura del ceviche peruano —con su leche de tigre envolvente y cítrica— al orden y precisión de un sushi tradicional. Cada bocado es un estallido de identidad, creatividad y carácter.
Más allá de su cocina provocadora, Maki seduce con su atención al detalle. Desde la presentación meticulosa de cada plato hasta la atmósfera íntima y contemporánea del lugar. Todo está pensado para despertar los sentidos. Aquí se viene a disfrutar, sí, pero también a descubrir, a rendirse ante lo inesperado y a dejarse llevar por un viaje de sabor.
Este Día Mundial del Sushi, la invitación está servida: rendir tributo a este arte ancestral desde una mirada distinta, latinoamericana, irreverente y apasionada. En Maki, el sushi no solo se sirve: se lo vive, se lo celebra.