La infidelidad es vista como una de las situaciones más graves en una pareja. De hecho, hasta hace no muchos años, en países como Argentina el adulterio estaba penado judicialmente. En Ecuador, por ejemplo, es causal de divorcio.
El acto de tener relaciones con un tercero implica una traición en la pareja, al punto de ser -en ciertos casos- causal de separación.
Sin embargo, hay una tendencia que crece y se expande día a día que llama la atención.
Su nombre es “cuckolding” y proviene del equivalente en inglés de “meter los cuernos”.
Lo que comenzó como una preferencia sexual propia de un nicho reducido, a cuyos participantes los señalaba con el dedo casi como “pervertidos”, se transformó en un fenómeno masivo.
La peculiar modalidad consiste en que una mujer -casada o en pareja- tenga relaciones sexuales con otro hombre y luego le cuente al detalle la experiencia que vivió a su novio o marido. Presuntamente, después del relato la llama de la pasión en la pareja se reaviva con gran intensidad.
De acuerdo al doctor Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo, el cuckolding es una variable de las parejas abiertas y consiste en tener relaciones con terceros y contar la experiencia, a veces con detalles.
En general las parejas abiertas acuerdan que pueden tener relaciones con otros, pero existen ciertas pautas que se deben cumplir: que las relaciones fuera de la pareja sean puramente sexuales (a diferencia del poliamor), que no se cuenten los pormenores del encuentro y el cuidado con profilácticos.
Las parejas se convocan y cuentan sus experiencias en internet. Los foros y comunidades dedicadas a la modalidad de intercambio de pareja crecieron en forma exponencial en los últimos años.
Por caso, las búsquedas sobre el tema en Google se duplicaron en los últimos 12 años. Incluso Reddit, el sitio web de marcadores sociales y de noticias, le brindó un espacio al cuckolding.
“En las parejas abiertas, es la fantasía la que completa la historia, prescindiendo del relato real. En el cuckolding el discurso está centrado en cómo fue la experiencia sexual con el tercero y el relato en sí mismo y la fantasía son fuentes de excitación”, profundizó el sexólogo. Según su visión, “el relato entonces se convierte en fetiche.
Por supuesto que toda experiencia de este calibre subvierte y cuestiona la monogamia, pero además desafía al vínculo estable a ser respetuosos del acuerdo para no caer en la transgresión de un acto infiel”.
Para el doctor Ghedin, “es necesario entonces poner en claro que ser protagonistas del cuckolding tiene como objetivo conseguir niveles altos de excitación con otras personas, pero para nada deben aparecer celos, reproches ni ningún otro reclamo, en todo caso, si la práctica trae más problemas que beneficios la pareja tendrá que decidir cómo avanzar o terminar con el cuckolding”.
En la actualidad, el fetiche despierta un gran interés en los profesionales de la psicología. Se preguntan qué lleva a los hombres a disfrutar de ver a sus parejas en una relación sexual con otro o que les cuenten tal experiencia.
Algunas teorías -las más radicales- la explican desde la presunta bisexualidad reprimida; otros, que depende del orgullo de ser libres que sienten los hombres una vez que se concreta el cuckolding.
“Es esencial comprender que lo que podría ser humillante de imaginar a una esposa teniendo relaciones sexuales con otro hombre puede transformarse en algo que no es humillante en absoluto, sino en algo tremendamente erótico”, sostuvo el psicólogo David Ley, autor de Esposas insaciables, a Psychology Today.
Consultado respecto a si en su consultorio aparece el cuckolding, el sexólogo Walter Ghedin manifestó:
“En la practica clínica aparecen algunas parejas que lo fantasean pero pocas son las que se animan a practicarlo. Se tolera más la inclusión de un tercero en el mismo acto que saber que tu pareja está teniendo sexo con otro u otros y no se tiene el control de la situación, por más de que luego te refiera lo sucedido. Existen personas que buscan estímulos nuevos, los aburre la monotonía y están atentos a nuevas prácticas.
La necesidad de aventurarse a formas de excitación más arriesgadas los alienta a avanzar y a proponerlas a sus parejas. En algunos casos encuentran eco a sus pedidos, en otros un marcado rechazo”.
“Cuando un hombre heterosexual convencional se atreve a visualizar a su mujer violando sus votos maritales y, posiblemente, animándola a ello, está jugando un rol vital en lo que podríamos llamar una ‘doble transgresión’ de las normas sociales”, explicó.
El especialista detalló las dos transgresiones en las que incurriría el hombre: “Por un lado, está visualizándose a sí mismo como ‘cornudo’, pero está en pleno control de la infidelidad, por lo que sus ‘fantasías prohibidas’ pueden ser especialmente gratificantes”.