Ya se trate de corbatas, camisas, pantalones o cualquier otra prenda que no vayamos a utilizar en casi un año, conviene guardarla con esmero.
UNA DE LAS VENTAJAS DE LA ROPA DE CALIDAD, se trate de zapatos o de un polo, es que de cuidarla correctamente debería durar varias temporadas.
Cuidar la ropa exige tanto de un uso correcto como de saber guardarla correctamente. Para ello hay varias pautas que conviene seguir:
Al comenzar el regreso, conviene transportar los trajes en una maleta y no en un portatrajes. Doblándolo correctamente y cuidando que las hombreras de la chaqueta no choquen con algo duro, el traje llegará a casa en mejor estado.
Una vez fuera de la maleta conviene, antes de colgarlo en el armario, enviarlo a la tintorería y no intentar quitar
sus arrugas en el baño (el vaho para quitar las arrugas no es bueno, pues introduce humedad en el traje haciendo que aparezcan pequeñas bolsas de aire en solapas y costuras).
Escójase una tintorería reputada. Una vez lavado toca colgarlo para que no se arrugue. Las perchas de madera con hombreras anchas y redondea- das mantienen mejor la forma originaria de la chaqueta.
Evitar agolparlos en el armario permitiendo que se aireen es igual de recomen- dable. Las chaquetas de verano, al no tener casi construcción interior, son más propicias a arrugarse y, lo que es peor, a deformarse cuellos y, sobre todo, solapas.
CUIDAR LA ROPA PARA QUE DURE VARIAS TEMPORADAS EXIGE TANTO DE UN USO CORRECTO COMO DE SABER GUARDARLA CORRECTAMENTE
Impedir esto exige guardarlas planchadas y con suficiente espacio entre unas y otras. Las camisas de lino aún se podrán vestir unas semanas, pero si se quieren ya guardar hasta la primavera próxima, tanto estas como las de algodón, lávense, séquense sin secadora, plánchense cuando todavía estén algo húmedas y cuélguense también protegidas por bolsas.
De guardarlas dobladas protéjanse con papel de seda. Se prefiera un método u otro, el lavado que debe preceder tiene que asegurar que no queden rastros de sudor o de manchas, si no muy difícil será quitarlas pasados varios meses.
Los zapatos de verano, exceptuando el tipo chancletas, necesitan conservarse hasta el siguiente verano en hormas de madera y en bolsas de algodón. De no hacerlo, las arrugas formadas en náuticos, gomminos y mocasines quedarán en ellos ya de manera permanentemente. Las bolsas se antojan bastante necesarias para evitar que se acumule el polvo sobre ellos.
Conviene, igualmente, guardarlos limpios y, de haber utilizado betún, que este se haya secado. Si por el contrario se quieren seguir usando, déjense los zapatos descansar al menos un día para que, de haber viajado de vuelta en la maleta, se aireen y recuperen su mejor aspecto.
Muy probablemente nos hayamos llevado a nuestro sitio de descanso alguna corbata para los momentos más vestidos. Resulta aconsejable meterlas en la maleta enrolladas sobre ellas mismas para que sufran lo mínimo posible durante el viaje de vuelta. Existen porta-corbatas donde poder guardar una o dos corbatas.
También resulta fácil hacerse con una pequeña caja que permita transportar varias corbatas enrolladas entre sí. Una vez en destino es importante colgarlas en un corbatero y dejar que de manera natural recuperen su forma original.
Se debería, igualmente, evitar plancharlas o usar vapor de agua para que vuelvan a su estado natural. Una vez ya sin arrugas podrán seguir en dicho corbatero o guardarlas enrolladas en cajoneras creadas para tal fin.
Si no hay más remedio que utilizar una plancha, habrá que proteger la corbata usando una toalla entra plancha y corbata.
El resto de la ropa, polos, trajes de baño bermudas etc. es lógico y aconsejable que se laven al llegar, se planchen y se guarden, además de sin ninguna mancha visible, en un armario lo suficientemente espaciado como para que las prendas no queden demasiado agolpadas.
Si no, la aparición de arrugas en cuellos o puños estará asegurada. En cuanto a los calcetines de algodón, es fundamental guardarlos totalmente secos.
En caso contrario, es muy probable que el elástico aparezca cedido el año siguiente. Igualmente, conviene no enrollar un pie sobre otro, sino guardarlos sobrepuestos esquivando así la posibilidad de que