Se sabe que la relación entre el dinero y la felicidad es más complicada de lo que parece.
Pero todavía no se había indagado en la posibilidad de que quienes lo poseen compartirían un aspecto de la personalidad.
Durante el último cuarto de siglo, economistas y psicólogos se unieron para responder a las preguntas más populares alrededor del vínculo entre el hombre, el dinero y el poder.
Según explicó en una entrevista con Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y exsecretario científico del Claustro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, el dinero adquiere su valor de acuerdo a la significación que se le otorgue.
Y si bien hay una significación personal, también lo atraviesa una significación social.
“Vivimos en una organización social en donde el dinero es el valor de intercambio principal; es un gran regulador de los intercambios sociales entre todos los componentes de una maquinaria que es la sociedad”, sostuvo.
A fin de cuentas el dinero es el medio principal a través del cual las personas acceden a esta sensación de “poder hacer”.
Existe una fuente de placer que no es el dinero en sí como objeto, sino lo que significa o lo que se puede obtener a cambio de él.
“A esto se le suma que además hay un imaginario social reinante que nos dice que consumir es bueno y valorado, uno obtiene el reconocimiento de los demás cuando compra algo”, indicó Donaire.
Sin embargo, nadie se había detenido a analizar los rasgos de las personalidades de quienes lo poseen.
Así fue que el investigador e historiador alemán Rainer Zitelmann examinó la actitud de 43 personas con un patrimonio neto extremadamente alto de todo el mundo y descubrió que uno de los rasgos de la personalidad que comparten los millonarios es tener problemas con la autoridad.
“Los llamo no conformistas”, dijo Zitelmann en una entrevista con Business Insider.
“Muchos de ellos tuvieron problemas con la autoridad en algún momento de sus vidas. Como por ejemplo, en la infancia en la escuela”.
Tanto los empresarios como los inversores que participaron de la investigación tenían un patrimonio neto de al menos USD 11 millones.
La incapacidad o disgusto de los entrevistados por cumplir órdenes explícitas también influyó en sus carreras profesionales.
Zitelmann descubrió que 40 de las 45 personas entrevistadas habían trabajado por cuenta propia en la mayoría, si no todas, de sus carreras.
Además, los hallazgos revelados por la investigación develaron que las personas extremadamente ricas eran “menos neuróticas y menos agradables, pero con un mayor grado de conciencia, más abiertos a nuevas experiencias, y más extrovertidos que la población en general”.
“El miedo al desamparo es un efecto primario y constitutivo del sujeto humano. Venimos al mundo en un estado de prematuración tal que hace de la dependencia al otro una causa fundamental de los vínculos. En este sentido, el dinero suele convertirse en aquel elemento que ilusoriamente resolverá el terror al desamparo”, aseguró en diálogo con Infobae Diego Luparello, psicoanalista y expresidente del Claustro de analistas en formación de la APA.
Muchas personas extremadamente ricas son grandes líderes, pero no necesariamente buenos para seguir las reglas.
La incapacidad de los ultra ricos para hacer las cosas según lo establecido puede ser parte de lo que los hace exitosos.
El fundador de CNN, Ted Turner, fue expulsado de la Universidad de Brown antes de graduarse después de dejar que su novia viviera en su habitación con él, incumpliendo las normas de la escuela.
Steve Jobs también era hostil con las figuras de autoridad y tenía una “compulsión por el control”, según la biografía de Walter Isaacson de 2011.
Zitelmann también le dijo a Business Insider que no estaba sorprendido por esta observación. “Creo que es lógico”, dijo.
“Si uno hace las cosas como de costumbre, como todos los demás, no se volverá súper rico. Debe actuar de manera diferente y para actuar de manera diferente, debe pensar de manera diferente”, concluyó.