El espacio doméstico ha terminado por ser el eje de la vida urbana de nuestro tiempo. Haber convertido nuestras residencias en espacios vitales con funciones de escuela, gimnasio, dormitorio, sala de juegos, comedor, lugar de reuniones digitales, zona de esparcimiento, aprendizaje y enseñanza, además de lugar de cocción. Es una de las lecciones vitales más importantes de más de un año de confinamiento: las residencias son los espacios a los que más importancia debemos dar, más que a cualquier otro.
La vida urbana hizo que en un momento las casas y apartamentos se convirtieran solo en lugar de retiro y descanso nocturno. Nuestras labores se habían destinado a los lugares de trabajo (oficinas), de concentración o reunión (restaurantes, cines, bares, estadios, teatros), de esparcimiento (bares, discotecas, pubs) o de deporte (jardines, parques). La dinámica de la pandemia ha hecho que casi la totalidad de esa diversificación de espacios para actividades fuera de la casa, se concentren en nuestros hogares. Ese momento la gran pregunta es: ¿a qué debemos dar prioridad?
- Espacio. Luchamos por la disponibilidad de espacio. Cuando el mundo del tamaño de una ciudad se reduce al de una residencia, necesitamos el mayor espacio posible. Los espacios de circulación, los dormitorios, las áreas de servicios deben ser amplias porque en ellas desarrollaremos nuestras actividades diarias. Mesas, escritorios, estantes, se han hecho indispensables para una oficina en casa.
- Comodidad. La comodidad depende de la calidad de nuestras residencias, de sus materiales, el diseño, el tipo de construcción, la generosidad en el uso del espacio y la naturaleza ergonómica. Vivimos en espacios para seres humanos, nuevamente el diseño debe adaptarse a las necesidades vitales y no al contrario.
- Funcionalidad. Funcionalidad es pragmatismo: qué sirve para qué y qué es superfluo. Pero no nos confundamos jamás: la distracción, el retiro y el descanso no son superfluos, son indispensables. Nuestros espacios deben ser funcionales y atender a todas esas necesidades. No hay funcionalidad que deje por fuera a las necesidades de hombre, mujer, niños y mascotas en una residencia.
- Luz. Por fuerza y más que nunca las residencias, sean casas o departamentos, hoy son espacios de luz y calor. El sol debe penetrar lo más posible en ellas para recibirlas en momentos en que la generosidad de la naturaleza, si bien no nos ha sido prohibida, nos es restringida. La luz solar para evitar usar lo máximo posible el uso de la luz artificial, el calor del sol y unas buenas cortinas también para protegernos de su fuerza son indispensables en construcciones abiertas y, de nuevo, generosas para este tiempo.
- Privacidad. Pese a ese nuevo carácter comunitario y familiar que las cosas han tomado con la pandemia, precisamente por ello, cada uno merece su privacidad, los hijos y los padres para su concentración, meditación, para sus actividades vitales, necesidades biológicas y sexuales. Los espacios residenciales que triunfan en la pandemia son aquellos que ofrecen buen metraje de reunión y trabajo acompañados de buenos sistemas que favorezcan la privacidad. Porque de ese modo podemos disfrutar una sana convivencia.
- Resistencia de materiales. Construcción. Si hablamos de diseño, tampoco debemos descuidar la construcción: muchos de los elementos anteriores dependen de ella. La resistencia de los materiales y su calidad, como ocurre con todos los proyectos de ROSERO CONSTRUYE, permiten disfrutar no solo de la funcionalidad sino evitar los dolores de cabeza al deber enfrentar reparaciones en momentos que ni nuestra disponibilidad y apertura al contacto como tampoco nuestra liquidez, permiten. Es un hito esencial. De este modo sabremos que vivimos la era del diseño y las residencias grandes, fuertes y funcionales regresan al centro. Es la lección que nos trae también ROSERO CONSTRUYE.