El amo del prêt-à-porter toca la campanada casi final de 2020 y se despide. A los 98 años de edad el francés Pierre Cardin se ha ido en medio de un recrudecimiento de la pandemia en el mundo a causa del surgimiento de una nueva cepa del coronavirus en Inglaterra. De Cardin puede decirse que ha dejado un legado no solo a la moda sino a la concepción contemporánea de la ciudad, la calle y la vida moderna.
El concepto de prêt-à-porter que bien se diferenció de la alta costura (lo uno corresponde a la altísima costura hecha solo para millonarios y la nobleza cada vez más en decadencia y disolución) marcó la pauta de un modo de vestir en el siglo XX: elegante y portátil sin dejar de seguir las tendencias, la moda lista-para-llevarse definió la imagen del hombre de americana y pantalones de franela con corbata delgada que va por la calle de modo casual sin preocupaciones y de la mujer a tono con su vestido de una pieza o su traje sastre.
Esto fue obra de Cardin nacido en San Biagio di Callalta, Italia, en 1922, aunque siempre inscrito en la moda francesa y justo heredero de Coco Chanel en estas lides. Comenzó tras la segunda guerra mundial, en 1945, año desde el que reside en París, hasta ese entonces la capital indiscutible de la moda (cetro hoy disputado por Nueva York y Tokio), y desde donde se hizo cargo de la oficina de Christian Dior, es decir, el centro del centro, el eje del eje de la moda.
Pero fue el rechazo de la casa de Balenciaga después de haber hecho el servicio militar en la de Dior, lo que le dio ese impulso que merecen los obstinados para encaramarse en el competitivo mundo de la moda y crear su propia firma. Creo su sello Pierre Cardin y revolucionó su tiempo con las combinaciones de lujo y brillo extremo y un detalle que a pocos se ha escapado: Cardin fue uno de los creadores de la moda unisex, para hombres y para mujeres, uno de los iconos junto con Mary Quant, la madre de la minifalda, de la moda portátil que comenzó a adornar las calles de París, Londres, Nueva York o Rio de Janeiro. Todo esto entre las décadas de 1950 y 1960 del siglo de las dos grandes guerras.
Imprimió un sello futurista y fue querido también por los hombres al haber dado un sello de legitimidad a su gusto por la vanidad y el buen vestir. Estas virtudes permitieron que el gran hombre diera el paso a la Cámara de la Alta Costura en París. En el corazón de Pierre Cardin estaba la noción tan actual de que la moda diera el salto a la globalización lo que la ha convertido, hoy en día, poco menos que un producto de consumo al uso como la televisión por cable o el Internet.
Comodidad, precio, funcionalidad, calidad en los detalles y las líneas, producción masiva y veloz, diseño contemporáneo que incorpora los lenguajes de las temporadas de un modo fácilmente digerible, eso fue Pierre Cardin. 2020 parece borrar las huellas de los últimos hombres que imprimieron su sello a una era. La siguiente época del mundo está por verse. Demos adiós a Cardin y esperemos con los brazos cruzados a las determinaciones del presente, tras su bofetón y reproche.