Cada vez más hombres y mujeres sienten la presión de obtener la mayor experiencia sexual posible antes de establecerse, incluso si ya conocieron a alguien
El término FOMO o “miedo a perderse de” describe esa sensación desagradable que aparece cuando sentimos que nos estamos perdiendo algo.
Es un concepto relativamente nuevo, del que muchos ya tienen idea y que se ha convertido en parte integral y alarmante de sus vidas.
Sufrir de FOMO es vivir con la ansiedad eterna y perpetua de que están pasando demasiadas cosas y que no podemos prestarle atención o participar de todas.
De sentir que los demás se están divirtiendo a lo grande cuando vemos sus fotos en Facebook o Instagram, mientras nosotros estamos no podemos hacerlo.
Supongamos que dos personas están felices en su matrimonio heterogéneo y monógamo, ¿cómo podrían saber si ese formato continuará satisfaciendo sus necesidades durante toda su vida?
“Comprometerse amorosamente con una persona no es un proceso fácil, requiere de trabajo, desidealizaciones, entrega y pérdidas. Pérdidas y ganancias. Hay nuevas experiencias y sensaciones pero también renuncias. También supone atravesar dificultades y malestares. Este proceso de armado vincular tiene satisfacciones pero también malestares y muchos no toleran este malestar, y por eso les cuesta sostener un vínculo durante un tiempo prolongado”, explicó en diálogo con este medio la psicoanalista Fiorella Litvinoff.
Para Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, el FOMO sexual pone al jaque una de las frases axiomáticas de la conducta humana: en toda elección hay una pérdida.
“Se trata de un sentimiento de aprensión, de inquietud, de estar excluido de aspectos de la vida sexual que otros disfrutan. Hay que asumir las elecciones que hacemos y lo que queda tras esa elección. Luego tendremos que aceptar los resultados: logros, decepciones, reparaciones y cambios de rumbo”, aseguró en diálogo con Infobae el experto.
Las víctimas tienden a ser hombres y mujeres de entre 20 y 30 años que temen establecerse sin un número adecuado de sórdidas experiencias sexuales y les preocupa que cuando encuentren una, se se den cuenta de que lo que sucede fuera de su habitación les interesa.
Sin embargo, otros no necesariamente anhelan un tipo diferente de sexo con su pareja, sino el espacio para explorar sus cuerpos e intereses solos, un espacio que puede ser difícil de encontrar en el contexto del matrimonio o la maternidad.
Los síntomas del FOMO sexual pueden incluir puñaladas de alegría irracional cuando a un ex le gusta una foto que publicamos en las redes sociales, palmas sudorosas, envidia de Tinder e irritabilidad y falta de temperamento cuando nuestras parejas bromean diciendo que “los atracones de Netflix son el nuevo juego previo”.
Son muchos los casos de parejas de larga data que justo antes de casarse se dan cuenta de que ya no quieren estar juntos.
No porque hayan sido infieles ni porque se hubieran desenamorado. Sus relaciones pueden ser sólidas y basadas en años de confianza y admiración mutua.
Sin embargo, es parte de una tendencia creciente de jóvenes milenarios que se preocupan de que unirse a sus parejas a largo plazo demasiado pronto signifique perder muchas buenas relaciones sexuales.
“Una de las áreas que recibe más el impacto del FOMO es la amorosa y sexual. Imaginemos una pareja disfrutando de una cena o preparándose para hacer el amor, y de pronto un mensaje, un comentario en Twitter, la foto en Instagram, y la ansiedad (que interrumpe los mejores momentos) por saber quién es o que están posteando. Y después de saber viene la inquietud, el sentimiento de estar perdiéndose de algo mejor que lo que se está viviendo”, añadió Ghedin.
Con menos presión para encontrar una pareja y formar una familia, los jóvenes de hoy están menos inhibidos y pueden tener una gama más amplia de experiencias sexuales sin sentirse juzgados por su comportamiento.
Estamos viendo una nueva generación de hombres y mujeres que sienten que deberían estar viviendo al máximo su vida sexual.
Muchos sienten esta presión históricamente sin precedentes para descubrir sus patrones de relación y preferencias.
Hay una sensación de que es necesario pasar los 20 años descubriéndose a uno mismo y teniendo tantas experiencias sexuales como sean posibles.
“La presión interna que sufren varones y mujeres en adquirir la mayor experiencia sexual, tiene que ver con el temor a perderse de aspectos de la vida sexual antes de establecerse en una relación de pareja, a perder todo el sexo que no han tenido, pero que aún podrían querer”, sostuvo en diálogo con este medio Santiago Gómez, psicólogo del Centro de Psicología Cognitiva.
¿Qué trajo a esta nueva generación de jóvenes con FOMO?
Irónicamente, la forma en que nuestros padres nos criaron ha desempeñado un papel importante.
A pesar de la gran influencia que tienen nuestros padres en nuestra neurosis, no son ellos los que animan nuestro comportamiento del sábado por la noche. Nuestros amigos y nuestro círculo social pueden ser los facilitadores más extremos de FOMO.
Las redes sociales ponen a más personas en nuestra esfera a las que nos sentiremos atraídos.
En el pasado, cuando estabas en una relación, tal vez habían un par de personas que podían tentarnos.
Ahora está el tipo que nos siguió en Instagram o el que le dio “me gusta” a un tweet. La tentación siempre está a la vuelta de la esquina, y eso es peligroso.
“No critico el uso de las redes sociales, me parecen que son un recurso muy útil para que la gente interaccione de distintas formas. No obstante, existen vulnerabilidades individuales sobre las cuales estos medios tecnológicos pueden hacer mella despertando más ansiedad, sentimientos de vacío y de estar fuera de un mundo que siempre va a resultar más divertido que el propio, ese que llaman ‘ideal’”, agregó el especialista.
Antes de Internet, no teníamos idea de que muchos posiblemente estaban interesados en nosotros.
Ahora pensamos: ¿por qué pasar noches discutiendo con un novio cuando podríamos conectarnos con un ex de la escuela que constantemente está “gustando” de todas mis publicaciones?
El ser humano siempre tendió a idealizar la vida del otro pero con el auge de las redes sociales eso se potenció; las fotos expresan disfrute y goce y esto genera que muchos crean que los otros la pasan mejor que uno, entonces hay que hacer lo que ellos hacen para ser feliz y se termina descuidando lo que se tiene en pos de algo que muchas veces es felicidad ficcional.
Nuestra época instala que siempre se puede estar mejor, se puede tener un mejor auto, mejor casa, el problema es cuando esto se extiende a las personas y terminamos sustituyendo al otro en pos de una promesa falsa de mejoría, cual si fuera un objeto. Litvinoff
El proceso de enfrentar el FOMO sexual es diferente para todos, pero para muchos, comienza con una conversación honesta sobre la satisfacción sexual, que las parejas casadas deberían tener regularmente, de todos modos, aseguran los expertos.
Dejar ir la culpa por el derecho al placer, y su fluidez inherente, es clave para obtener el tipo de sexo que realmente deseamos.
No hay nada de malo en posponer una relación, ni sufrir una punzada ocasional de FOMO significa necesariamente que su relación es infeliz.
Es una especie de fenómeno humano sentir que te estás perdiendo de algo. Es inevitable que nos enamoremos de las personas, incluso si estamos asentados, y eso es natural.
Culturalmente, nos han vendido una lista de “productos” de los que se supone que debemos estar seguros, pero inevitablemente, incluso en relaciones felices, vamos a tener sentimientos encontrados y es importante saberlo.