Hay obras que resisten el paso del tiempo, que desafían modas, crisis culturales y hasta incendios accidentales provocados por un cañón mal disparado —sí, eso le pasó al Teatro del Globo—. Y entre ellas está Noche de Reyes, la comedia donde Shakespeare decidió mezclar gemelos perdidos, identidades cruzadas, amores imposibles y suficiente confusión para hacer colapsar a muchos.
En esta nueva puesta en escena, el director y actor César Salazar se toma muy en serio el concepto de “montaje histórico”. Tan en serio, que el público podrá viajar a 1600 sin necesidad de máquina del tiempo: maquillaje de la época, vestuario confeccionado como en los tiempos isabelinos y, por supuesto, actores hombres interpretando roles femeninos, como mandaba la tradición, incluyendo a dos gemelos reales para enriquecer la magia de esta obra. Porque si Shakespeare lo hizo, ¿por qué no hacerlo nosotros… incluso si en 2025 podría parecer un experimento osado?
El resultado: una obra de 5 actos y 2 horas que promete humor, confusión y el tipo de desenlace donde todos se casan con todos… o al menos con quien creían que eran.
Con un enredo amoroso telenovelesco del renacimiento, esta obra empieza con Viola y Sebastián, hermanos gemelos que naufragan, sobreviven, se separan y —como buen recurso dramático— asumen que el otro murió. Ya en Iliria, Viola decide que lo más sensato es disfrazarse de hombre (porque ¿quién no lo haría en un país desconocido?). Bajo el nombre de Cesario entra al servicio del duque Orsino, quien está muy ocupado enviando mensajes de amor a Olivia, una condesa que no quiere ver a nadie porque está de luto… claro, hasta que aparece Cesario. Entonces sí, milagrosamente, deja la puerta abierta.
Mientras Olivia cae rendida por quien cree un joven apuesto, Viola suspira por Orsino en secreto y, en el momento justo, Sebastián regresa para que la confusión se vuelva oficialmente inmanejable. Shakespeare sabía lo que hacía: nada genera más risas que la identidad equivocada, especialmente cuando todos están muy seguros… de lo incorrecto.
Con respecto a la indumentaria, en ese tiempo no existía el concepto de vestuario teatral. Los actores usaban ropa heredada de los nobles, porque sí: los sirvientes no podían quedársela por ley.
Así que los atuendos eran una mezcla de botones, agujetas y mucha paciencia. El maquillaje juega un papel importante, los roles femeninos usaban maquillaje blanco hecho a base de plomo. Como aquí no queremos intoxicaciones, el equipo recrea la estética sin poner en riesgo la salud de los actores. Eso sí, la teatralidad renacentista sigue intacta: colores intensos, rasgos marcados y una dosis de exageración deliciosa, como en el personaje de Andrés de Secorrostro.
La escenografía a la manera de la época isabelina, aquí no hay fondos digitales o cambios de escenografía. En el teatro de Shakespeare el fondo era uno solo: una estructura de madera con varios accesos. Este montaje revive esa crudeza funcional, permitiendo que la historia fluya con ritmo y picardía.
Si en 1600 dependían de la luz del día o de candelabros llenos de velas, aquí la iluminación recrea la atmósfera sin necesidad de que el público tema por sus cejas. El sonido no puede faltar, la obra incluye música de la época —antes y durante los recesos— para que el público pueda sumergirse completamente en el ambiente. Porque si ya vinieron por los enredos amorosos, que también disfruten de esta música.
Un elenco masculino que se atreve a todo, siguiendo la tradición isabelina, todos los papeles sí, todos— son interpretados por actores hombres: Alfredo Espinosa como Olivia, porque nada dice “condesa iliriana” como un actor con temple y humor. Javier Taco encarnando a Viola/Cesario, un rol que exige más cambios de identidad que una serie de espías. Pablo Aguirre, Juan Pablo Acosta, Javier Campaña, José Miguel Sandoval, Gonzalo Nuñez Caviedes, Andrés Oviedo, Isaac Montoya y César Salazar completan el elenco de actores que en escena dominan el sarcasmo, el humor corporal y el espíritu burlón, que Shakespeare habría celebrado.
FECHAS Y HORARIOS DE FUNCIÓN
13, 14, 20 y 21 de diciembre
- Sábados, 20:00
- Domingos, 16:00
Lugar: Teatro Victoria — Pinar Alto








