Los asistentes de Google y de Amazon (Alexa y Asistente de Google Home) no sólo sirven para resolver o acompañar tareas diarias, también están listos para hacer un día feliz gracias a la personalidad con la que cuenta su inteligencia artificial y sus chistes.
A veces una buena broma sana o una carcajada sirven bien para alegrar los quehaceres de la cotidianidad e, incluso, para prepararnos antes de salir a una reunión y contar con buenos chistes qué contar entre nuestros amigos y conocidos.
Las herramientas
Herramientas como Alexa de Amazon sirven para dar respuesta a nuestras preguntas o dudas diarias, hay a quienes les hace compañía, les sirve de asistente en sus tareas de oficina o hasta en el plano gastronómico para llevar a cabo las mejores recetas de cocina.
Tanto el asistente virtual de Amazon como el de Google cuentan con chistes que escriben y que programan humanos, tarea de la que resulta interesante conocer cómo se hace, de dónde salen cuando se trata de los algoritmos y, especialmente ¿quién hace esos chistes que luego contamos en todos lados?
Es básicamente una combinación de todo, pues las funciones de ambos asistentes combinan los chistes que varias y diferentes generaciones han contado a lo largo de sus épocas.
Por ende, tanto Amazon como Google supieron concretar en una sola función todos los chistes populares entre los que podremos encontrar hasta los chistes de nuestros abuelos y los más recientes, sonados en las aulas escolares.
La parte más interesante de este asistente fue el proceso de creación de su personalidad como inteligencia artificial, casi como crear un humano a modo y funcional con base en las posibles necesidades que podría tener alguien que requiere de asistencia en diferentes sentidos, hasta cuando busca divertirse.
El equipo que trabajó en el Asistente de Google decidió en algún momento incluir algo parecido al sentido del humor con el que contamos algunos de los seres humanos.
Pareciera una tarea muy fácil, sin embargo, al momento de programarla se tiene que pensar en las regiones en las que será escuchado, además de “tropicalizar” los chistes de manera que se entiendan y no queden fuera de contexto.
Otro punto importante a desarrollar por este equipo fue el de hacer que los chistes no ofendieran a nadie, a pesar de los diferentes tipos de usuarios que existen entre los que las edades y gustos varían. Tarea maratónica.
Para ello se emplean chistes locales, que se adecuen a la cotidianidad y gustos generales de las comunidades, tratando en que sean los que más seguidores tienen.
“Gags” es la jerga que se usa en materia tecnológica para llamar a este tipo de “grabaciones”, los cuales no se producen de manera directa solamente cuando se le pide al asistente de Google o de Alexa que colabore con un chiste, pues también obedecen a las preguntas, solicitudes o peticiones que se le hacen al asistente en su uso cotidiano.
Al asistente de Google se le puede preguntar cosas del tipo cuál fue su primer amor, pedirle que nos cante un rap, cuestionarlo sobre quién les cae mal de la competencia y responderá sin problema alguno, pues son temas a los que está acostumbrado y en los que se desenvuelve muy bien.
Es muy cierto que su grupo de desarrolladores son quienes también escriben las bromas, caso que debe hacer de sus trabajos de los más divertidos y relajantes en el mundo.
También preparan las respuestas que han de dar a quienes les hacen las preguntas raras o en relación a alguna broma.
Básicamente es un asistente al que se le alista para ser una estupenda compañía.
El equipo de Amazon al que pertenece Alexa comenta que ésta ha contado un aproximado de más de cinco millones de chistes en Europa, ello sin contar a las miles de solicitudes de matrimonio que le han hecho, las cientos de ocasiones que le han pedido que cante “cumpleaños feliz” y la recurrencia con que le piden que narre anécdotas, que se autodestruya o que hable como Yoda.
Para quienes lleguen a escuchar los chistes que hace, podrían parecerles sosos en ocasiones, sin embargo la ambientación con la que los aderezan hará que algo bobo se vuelva gracioso y hasta divertido de compartir. Un buen antídoto contra los días serios.