Daniel Barragán, Universidad de los Hemisferios
En las últimas semanas el confinamiento por la pandemia del COVID-19 ha modificado el modo de vida de las personas y nos ha obligado a replantear prioridades, hábitos y, en resumen, nuestra cotidianidad. En este tiempo hemos aprendido a valorar no solo la importancia de la cercanía física como parte de la convivencia entre las personas, sino la necesidad del contacto con la naturaleza: respirar aire puro, escuchar los sonidos del bosque, relajarnos en una playa o disfrutar de un paisaje.
Disfrutar de la naturaleza no es un tema exclusivamente de recreación que nos permita salir de la cotidianidad o la rutina, sino, también, es una necesidad asociada al bienestar físico y emocional que tenemos las personas. ¿Acaso no hemos experimentado una sensación de paz, energía y felicidad cuando hemos visitado un parque, una playa o una montaña? Seguramente que sí, y hoy que tenemos menos oportunidades de disfrutarlas, las extrañamos y valoramos más.
Esta relación del entorno natural con el bienestar de las personas es uno de los elementos que se priorizan en el modelo educativo de la Universidad de Los Hemisferios. Contar con un campus ecológico en las laderas de los bosques del Pichincha, es una práctica de responsabilidad social y un elemento diferenciador que permite ofrecer a los estudiantes espacios idóneos para una educación con calidad de vida. Además, las prácticas de eficiencia energética y gestión de residuos complementan un accionar en coherencia con el respeto al entorno.
El compromiso por el futuro también se evidencia en la preservación de más de 2160 hectáreas de bosque nativo en la localidad de Cosanga, provincia del Napo, Ecuador, en una reserva de biodiversidad que alberga gran cantidad de especies de flora y fauna, tres ríos y un sinnúmero de servicios ecosistémicos.
Este enfoque de sostenibilidad da cuenta de la relevancia de contribuir desde la academia a la preservación y aprovechamiento responsable de los recursos naturales y a promover cambios conductuales amigables con el ambiente. Hoy más que nunca debemos valorar a la naturaleza y promover a través de la educación nuevos paradigmas de sostenibilidad que garanticen nuestro bienestar. El futuro depende de las acciones que asumamos hoy.