A qué indicadores debemos prestarles atención. Cómo saber cuando no hay nada que hacer.
Un día conocimos a alguien, nos enamoramos y, eventualmente, lo o la transformamos en nuestra pareja.
Con el paso del tiempo, el idilio se desvaneció y ahora nos enfrentamos a una persona real y llena de defectos, como nosotros.
Las peleas aumentan y la situación amenaza con volverse insostenible.
¿Se acabó el amor?
Será momento de ver el elefante, sacarlo de la habitación, servirle un té y presentarle un aviso de desalojo.
El sexólogo Mauricio Strugo explica que los vínculos humanos son diversos por estar compuestos por personas con diferentes historias y distintos modos de ser y estar en pareja.
Según el especialista, el problema surge al pensar, desde afuera, a qué responde y qué constituye “una pareja normal”.
“Cada persona en cada vínculo tiene que prestar atención desde su experiencia y su sentir para chequear cómo estamos con el otro. Ver si nuestro compañero/a está cumpliendo con nuestras expectativas, si es necesario realizar algún ajuste, o terminar la relación si esto nos produce sufrimiento”, explica Strugo.
La frase “cada pareja es un mundo” ya no parece un lugar tan común y si bien cada situación es específica, los profesionales concuerdan en que es muy probable que cualquier pareja que empiece con problemas, discusiones y excesivos desacuerdos no tenga un buen pronóstico.
En cambio, una pareja que pueda fluir en comunicar sus diferencias y complementarse como compañeros constituirá una base para afrontar las dificultades que se les presenten.
Cuando se va Cupido
“Es necesario saber que el ‘flechazo’ inicial hará que idealicemos al otro, y por la expectativa de querer formar pareja lo veamos con muy poca objetividad. Cuando el tiempo pasa y encontramos lo que no nos gusta de nuestro/a compañero/a, es momento de sopesar lo bueno y lo malo para ver si pasamos al siguiente nivel del vínculo, que es el ‘amor’, donde elegimos al otro de verdad, sin obnubilarnos. En las parejas jóvenes, el ‘enamoramiento’ se da con más intensidad, pero a medida que crecemos en edad y experiencia suele durar menos tiempo y no ser tan intenso”, cuenta Strugo.
Según el psicólogo especialista en vínculos Sebastián Girona, cuando conocemos a alguien, en general intentamos mostrar nuestra mejor cara para poder agradarle al otro.
Eso es natural, pero el riesgo es mostrar una cara que no sea real o sea muy forzada. Por eso, claro, lo mejor es ser auténticos y que nos elijan a partir de lo que somos realmente.
Strugo, también especialista en vínculos, agrega que al querer que funcione hacemos lo posible por mostrar lo que el otro quiere ver, y no lo que realmente somos.
“Especulamos y seducimos, pero a veces nos excedemos. ¿No queremos que el otro nos conozca? ¿La idea es que nos elija de verdad o que compre algo que no es real?”, plantea.
4 indicadores de que una pareja no funciona
Según Girona, estos síntomas comienzan de a poco y se agravan con el paso del tiempo y la inacción.
Cuanto más temprano se aborden, más posibilidades de remediar la situación.
Los cuatro signos de alerta a tener en cuenta son:
1. Problemas que no tienen todos
Comenzamos a ser conscientes de que nuestra pareja tiene problemas graves que se sostienen en el tiempo y se van agravando.
2. “¿Para qué voy a hablar si no cambia nada?”
Uno o ambos empiezan a dejar de hablar. Se empieza a perder el diálogo como herramienta para solucionar los problemas de la relación.
3. Cada uno por su lado
Hacen demasiadas cosas solos, cada uno por su lado. Si bien en una pareja no se tiene que hacer todo en conjunto, en relaciones con problemas esto pasa demasiado.
4. Sentirse solo a pesar de estar juntos
Podemos dormir todas las noches con una persona en la misma cama y sentirla a kilómetros de distancia.
Según el licenciado, el pronóstico de una pareja dependerá de la capacidad de los integrantes para renegociar el contrato de la relación.
“Todas las parejas tienen un contrato implícito que se firma al comienzo, pero con el paso del tiempo cada uno va necesitando cosas diferentes y el vínculo se tiene que reinventar varias veces a lo largo de su historia. Si la pareja tiene esa capacidad el pronóstico es bueno”, explica.
Pero si no hay más por hacer…
“Si llegamos con nuestras parejas a una crisis insalvable con mucha seguridad será porque negamos o no supimos ver los síntomas que anticipaban que el vínculo se estaba enfermando antes de morir.
Todos tenemos que chequear nuestras condiciones saliendo del mito romántico de la incondicionalidad.
Así como actualizamos los sistemas operativos porque cada tanto necesitan algunas mejoras, lo mismo sucede con la pareja y sus condiciones, es necesario conversar sobre lo que necesitamos para elegirnos”, explica Strugo.
Girona, por su lado, recomienda tratar de buscar una separación “civilizada”, sobre todo, si tienen hijos en común, porque la pareja seguirá siendo padres a pesar de que la relación sentimental haya finalizado:
“Poder lograr un acuerdo dependerá de la capacidad de aceptación que tenga cada uno, situación que no siempre es igual ni dura los mismos tiempos ya que es un proceso psicológico que cada persona lleva adelante cómo puede”.
Strugo concluye:
“Seguir por obligación dañará el cariño que quede si aceptamos que no queremos compartir más. Cerrar algo que no va más requiere mucha valentía: es aceptar la frustración de que no pudimos. Después de la bronca aparecerá la aceptación y, junto con ella, la tristeza, que a la larga nos hará quedarnos con lo que la relación nos dejó como aprendizaje, además de poder mirar nuestros desaciertos y poder mejorar para nosotros y nuestro próximo intento”.