Han transcurrido varios meses, en algunos casos hasta siete, desde que la pandemia del Covid-19 obligó a los habitantes del mundo a recluirse, confinarse, y cambiar sus hábitos de vida. La lucha ha sido con nosotros mismos pero también se ha dado en el territorio de la ciencia que es, a fin de cuentas, el que podría dar con la solución al mal del siglo. En Oxford se lucha para que la vacuna experimental del laboratorio AstraZeneca llegue a la fase 3 y final de las pruebas necesarias para que pueda ser aplicada en el mundo.
La vacuna de Oxford, como se la va conociendo, ha pasado las dos primeras etapas de experimentación con éxito y su clasificación técnica es AZD1222. Hoy se abre la fase clínica 3 que permitiría la aprobación de las autoridades de salud.
AZD1222 se fabrica desde principios de junio en la India, Oxford, Suiza y Noruega, y también gracias a acuerdos privados se producirá en Argentina y México, en América Latina. La biotecnología, como lo hemos dicho en estas mismas páginas, es el terreno fértil del mayor desarrollo para la conservación de la especie humana en la situación crítica que vive el planeta.
La idea es que el cuerpo desarrolle por sí mismo anticuerpos monoclonales y con ello haga frente al ataque que supone el virus es el objetivo de estas curas médicas. AstraZeneca busca tener una vacuna para producir millones de dosis.
Las claves del desarrollo positivo de la vacuna han sido el uso de avanzada tecnología para que la vacuna tenga efectos positivos con lo que los resultados provisionales del ensayo en su fase I / II mostraron que AZD1222 generó respuestas inmunes sólidas contra el virus llamado SARS-CoV-2. Los responsables de AstraZeneca lo han explicado de este modo: “el efecto de la vacuna es medido por un aumento de los anticuerpos y células T, generados en la sangre de los voluntarios que se prestaron al experimento; se comprobó que las personas que recibieron la vacuna llegaron a generar tantos anticuerpos como genera una persona que enfermó y se curó de COVID-19”.
En segundo lugar, el éxito de la vacuna podría obedecer en este caso a la plataforma médica que usa. Esto es una versión debilitada de un virus del resfrío común (adenovirus), como corresponde a las investigaciones médicas. En este caso el virus infecta a chimpancés y contiene el material genético de la proteína espiga del SARS-CoV-2. Con la vacuna, el sistema inmunitario puede neutralizar el virus.
El tercer factor que va logrando que es esta vacuna sea la mejor herramienta para enfrentar el virus es su estructura de producción que apunta por lo bajo a los beneficios económicos. Avanzar en ella se logra gracias a la asociación con científicos, gobiernos, organizaciones multilaterales, fabricantes que permitirían desarrollar, suministrar y distribuir la vacuna. Es el futuro posible e inmediato en alianza con gobiernos del Reino Unido, EEUU, Brasil, Japón, y organizaciones como IVA, CEPI y Gavi y SII, lo que permitiría suministrar más de 2 billones de dosis de la vacuna en desarrollo. Así también parece ocurrir con el gobierno de Argentina para una producción en escala que pondría a disposición al menos 11 millones de dosis. Esperamos que sea la punta de lanza para acuerdos con gobiernos de toda la región para terminar de una vez por todas con el virus del siglo XXI.