Esta semana de abril, dos décadas atrás, American Psycho, el filme, se posesionaba de las carteleras de los Estados Unidos y muy pronto del mundo. La película traía a un Christian Bale joven, bronceado y que daba su piel al asesino en serie Patrick Bateman, un consumidor de lujo, de esos que llamaban yuppies en la década de 1980, que dedicaba sus ratos libres a coleccionar trajes de Armani, a la cocaína y a conservar miembros separados del cuerpo de sus víctimas en el refrigerador, al lado de sus botellas de agua Evian, siempre de cristal, para evitar el resabio en el paladar.
Alrededor de una década atrás de ese estreno, había sido publicada la gran novela en la que está basada, obra del nihilista norteamericano Bret Easton Ellis. Aunque Ellis quizá no quiera aceptar ese calificativo hoy en día, su novela fue vista como el fresco de la decadencia occidental en la era Reagan y sus peores vicios: el consumismo desenfrenado, el egoísmo, la alineación.
Pero la cola que traería consigo la película fue mayor al rodar directores y posibles actores antes de ser realizada. Se barajó la idea de que Leonardo DiCaprio protagonizase el filme, algo que fue muy bien visto por los seguidores de la novela e incluso se corrió el rumor de que Scorsese u Oliver Stone podrían dirigirla. Sin embargo fue la canadiense Mary Harron la elegida y con ella una corriente feminista que parecía modificar la esencia del libro en su versión a la pantalla con Bale. Pero Harron tomó otro rumbo: hizo de la crudeza del filme una comedia leve de humor negro con una impecable actuación de Bale que da convicción al papel y un reparto que no pidió favores a muchas películas de gran presupuesto.
Quejones no se hicieron esperar desde el inicio del rodaje y la película corrió con buena fortuna. Con el paso de los años se ha convertido en un filme de culto y de gran factura pese a que su desenlace hubiese diluido el halo de ambigüedad con que corría la novela de Ellis. A Ellis también le gustó y seguidores y seguidores de asuntos escabrosos y cintas de asesinos pronto engrosaron las filas del culto. A American Psycho hasta le han hecho musical en Broadway pero el asesinato con hacha de Bale en la figura del dudoso actor Jared Leto quedará para la memoria de los espectadores por siempre. Hoy en día puede ser ya como una pieza de museo, acaso fechada, pero la película no solo hizo derroche de lujo, sino de ingenio y malicia de cara a una nueva época, la que, para bien y para mal, estamos viviendo.