Diego Ignacio Montenegro
El crecimiento exponencial de la tecnología superó la capacidad de entendimiento de la humanidad. Cuando todavía las personas intentan dar sentido a este momento específico (y doloroso) de la historia, la inteligencia artificial pilotea aviones, los sensores controlan cada vez funciones más específicas de los hogares, la computación cuántica resuelve operaciones complejas en una fracción y la automatización transforma los modelos de negocio en varias industrias a lo largo del mundo. La siguiente década, además de la secuela social y económica que dejará el virus, promete una radicalización de la forma de hacer estrategia, la tecnología, la innovación y la velocidad del cambio.
La interacción humana pasará de lo físico a lo virtual; el centro de la vida dejará de ser la oficina para trasladarse a algún espacio en el hogar; y, las plataformas de compra de productos integrarán servicios complementarios para facilitar la vida de las personas como si fueran una tienda “one stop”. Adicionalmente, la vinculación laboral será por proyecto u “on demand, bajo pedido”; el turismo priorizará lo local y seguro; y, la robótica invadirá las salas de operación de los hospitales trabajando de la mano con el personal sanitario. La creatividad se convertirá en “supercreatividad” al incorporar el aprendizaje y toma de decisión de las máquinas; los colaboradores deberán desarrollar un pensamiento computacional (con una serie de pasos específicos para resolver problemas a manera de algoritmos); y, la innovación será el “boleto de entrada al juego”: sin innovación las posibilidades de supervivencia serán reducidas.
El nuevo paradigma requiere “regresar a lo básico”. Estarán mejor las personas con una formación sólida en valores, con capacidad de comunicación, habilidades de negociación y que coordinación los procesos de manera impecable. La educación deberá integrar a más de los conocimientos científicos, potentes herramientas para encontrar soluciones en tiempos cortos. Los MOOC (Cursos Online Masivos y Abiertos, por sus siglas en inglés) y las certificaciones de conocimientos por parte de las mismas organizaciones, complementarán los estudios formales de universidades y centros de educación superior.
Por lo tanto, el conocimiento se impartirá a través de plataformas digitales; muchas prácticas académicas se llevarán a cabo con realidad virtual y aumentada; los títulos y acreditaciones se verificarán por medio de un contrato inteligente en blockchain; y seguramente, muchas contestaciones a las preguntas de los estudiantes serán resueltas por medio de machine o deep learning. Agotador.
¿Cómo nos preparamos contra esta corriente sin retorno? Primero, hay que entender que los cambios no se acomodan a las necesidades particulares; segundo, hay que resolver los problemas en el presente, pero intentar planificar el futuro; por último, siempre el “gran saboteador” será uno mismo con un pensamiento de querer resolver los desafíos futuros con las reglas de juego del pasado.