No hay familia laica más fascinante y poderosa en el mundo político occidental que los Kennedy. Viene de una larga tradición que se levanta en Irlanda hasta llega a los Estados Unidos de la mano del contrabando de alcohol lo que haría de la familia un emporio económico hace un siglo. Y faltaría poco tiempo y mucho esfuerzo para que uno de sus líderes se encumbrase hasta la Casa Blanca.
Pero no lo haría solo: John F. Kennedy sería el líder del más afamado clan político de los Estados Unidos y del mundo. Detrás de ellos, sin embargo, una sombra cada vez más alta iba a extenderse para no permitir que el caballo de Troya que los Kennedy diseñaron para salvar la política democrática del país más democrático del mundo: la sombra de la desgracia y de la muerte.
La guadaña no ha dejado de asestar con su hoja a los Kennedy hasta días muy recientes. Del magnicidio acontecido en la ciudad de Dallas en 1962 con el que cayó abatido a manos del complot más complejo en la historia de la política americana hasta la caída de John John Kennedy en un aeroplano, uno de los hombres más afortunados y lúcidos del panorama de la política de las barras y estrellas, no sin olvidar a Marilyn Monroe, amante del presidente Kennedy y otra víctima de la depresión y el consumo de píldoras.
Rose Marie Kennedy, Mary Richardson y Robert Kennedy han formado parte de esta macabra lista pero quizá la doble muerte de una nieta del exsenador Robert Kennedy y su hijo de apenas ocho años fallecidos estos días.
Cuál es su relación con los Kennedy. Joseph era el primogénito de los Kennedy, razón por la cual recibió el nombre del patriarca de la familia. Era el hermano mayor de John Fitzgerald Kennedy y de Rose Marie. Este coqueteo con la tragedia entre los Kennedy comienza cuando el hermano mayor del presidente Kennedy que formó parte de la Armada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial hizo más de veinte misiones y no se amilanó en emprender una más: pilotar un avión repleto de bombas y dejarlo estrellarse arrojándose antes en paracaídas. Pero no lo logró y una de esas bombas lo mandó a mejor vida. A esa nómina a de sumarse Kathleen Kennedy también muerta en 1948 en un accidente de avioneta.
Pero es sorprendente la amenaza a la integridad de estos triunfadores por excelencia, en los negocios y en la vida política. Arabella Kennedy, en 1956, hija de la celebre pareja de JFK, el presidente, y la rutilante Jacquie, vino muerta al mundo. Lo de Marylin es muy conocido y traumático para todos los involucrados, más cuando todos sabemos que era la amante pública más conocida de John Fitzgerald.
En adelante Patrick Bouvier Kennedy, tercer hijo de JFK, murió a los dos días de nacido a causa de su venida demasiado pronta al mundo en 1963. Caería después el presidente JFK en el magnicidio de todos conocido y su funeral marcaría una era para el trauma de todos quienes lo amaban y aun entre quienes lo aborrecían.
A él se sumarán las muertes de Robert, el hermano de JFK, quien tras vencedor en las primarias del partido demócrata en 1968, fue abatido en Los Ángeles por un palestino que lo mató por su actitud ante la política del Estado de Israel. John F. Kennedy Jr., conocido como John John, el brillante abogado, periodista y editor de la revista George caería en brazos de la muerte en 1999 en un accidente en una avioneta desaparecida en el Océano Atlántico. Y de ese modo hasta llegar a las muertes macabras de Maeve Kennedy Townsend, muerta este año, la hija primogénita de Robert Fitzgerald Kennedy, arrastrada en una canoa mientras se refugiaba en esta cuarentena y con ella Gideon McKean, su hijo, muertos en Chesapeake. Tenía ocho años. La estela negra de la muerte entre los Kennedy.