Cuesta relacionar a John Lennon con violencia doméstica, maltrato psicológico, o identificarlo como alguien abusivo con su primer hijo. Sin embargo, fue una faceta de su personalidad y que Lennon admitió.
“Solía ser cruel con mi mujer, y físicamente con cualquier otra. Yo era un maltratador. No podía expresarme, así que golpeaba. Por eso es que siempre profeso paz, ya ves. Es la gente más violenta la que va tras el amor y la paz. Todo es lo opuesto. Pero sinceramente creo en el amor y la paz,” confesó Lennon en una entrevista para la revista Playboy.
Su primera esposa, Cynthia Powell, en el libro “John”, profundizó sobre el lado oscuro de John Lennon, recordando vivencias que no había sido capaz de contar antes.
Relató sobre los terribles ataques de celos de su excompañero sentimental, que lo motivaron a golpearla en varias oportunidades.
Su irascibilidad alcanzó a su primogénito, Julian Lennon, el hijo no planeado de la estrella, “concebido de una botella de whisky un sábado por la noche”, como solía decir su padre.
Por esto y otras memorias, Julian lo recuerda como un papá ausente, que lo maltrató psicológicamente y físicamente, con bofetadas.
Pese a ello, creció envidiando la suerte de su hermano Sean, hijo de Lennon y Yoko Ono, a quien -a su juicio- le demostró más amor.
«MAMÁ SABÍA MÁS SOBRE EL AMOR QUE PAPÁ. ÉL LO CANTABA, HABLABA SOBRE ÉL, PERO NUNCA LO DABA, AL MENOS NO A MÍ COMO A SU HIJO».
No solo hirió a la mujer que lo amó y a su primer hijo. Una vez, por poco, acaba con la vida de un amigo cercano de los Beatles, a Bob Wooler del Cavern Club.
Lennon, ebrio, arremetió con furia contra este hombre a raíz de una broma con la que sugería que él sostenía relaciones íntimas con Brian Epstein, representante de los Beatles y padrino de Julian.
El músico se ofendió, y como consecuencia Wooler terminó hospitalizado con las costillas rotas, muy malherido. Luego de este enfrentamiento, Lennon confesó que decidió detenerse al darse cuenta que podía matarlo.
Dentro de él existía un conflicto. Una lucha por dominar la ira, los demonios de una infancia marcada por el abandono de su padre, mientras que con sus letras quizá buscaba convencerse a sí mismo de que podía albergar otros sentimientos.
Después de todo, era “un rebelde, lleno de angustia y dolor tras haber pasado experiencias tristes cuando era niño,” como lo describía Cynthia.
O más bien un «hipócrita», como le reclamaba Julian Lennon, por hablar sobre paz y amor al mundo, sin ser capaz de demostrárselo a su propio hijo.