Los componentes de la expansión de las ciudades en Latinoamérica están dados por varios componentes. En el horizonte que alcanzar brillan las llamadas ciudades inteligentes en las que el tiempo se ahorra y se repone, las congestiones causadas por el tránsito aminoran y dejan de constituir una amenaza para la productividad, el ritmo diario y la diversión. En la conformación de las nuevas ciudades del mundo lo esencial es la interconectividad que planifica, modela y construye. En las nuevas ciudades del continente lo esencial es enfrentar al tiempo dilapidado y su azote sobre la vida.
Ello supone, claro está, sumar esfuerzos entre instancias públicas y privadas, Estados centrales, municipios, empresas privadas, alianzas entre los dos sectores, cooperación internacional. No todo en esta modernización inteligente de nuestras ciudades viene de la mano del comercio: son muy importantes el entretenimiento y la cultura para ir de acuerdo con la masa crítica de ciudadanos informados, individuos de la sociedad del conocimiento, que han promovido el crecimiento y el cambio cualitativo en las grandes urbes, no de ahora, de Occidente entero.
Quito camina lentamente en ese horizonte que contempla, neurálgicamente, el respeto al entorno natural, el cálculo, la determinación y el cuidado de áreas verdes por habitantes que, de acuerdo con la OMS, debe ser de 9 metros cuadrados de espacio verde por habitante. La capital del Ecuador es una de las ciudades más arboladas de Latinoamérica y el espacio verde es de 13,8 metros cuadrados por habitante sin que este dato quiera decir que el problema ha sido solucionado. Del mismo modo podría hablarse del número de vehículos por habitantes, de la disponibilidad de estacionamientos, del crecimiento de nuevas modalidades de transporte privado o la oferta de medios seguros, limpios y baratos de transporte público.
En un entorno de esas características el desarrollo de proyectos residenciales que concuerden con el espíritu de racionalización de las urbes modernas es el eje del crecimiento. Son escasas las compañías que han pensado para la edificación de sus proyectos en esta perspectiva, en el horizonte de las ciudades inteligentes del mundo y la región. Ese es nuestro reto como ciudades: que todos los actores piensen en función del otro. Proyectos como lo de ROSERO CONSTRUYE que han sido diseñados al tomar en cuenta las amplias vistas sobre avenidas importantes de la ciudad, que se emplazan cerca de los lugares de descarga natural de la actividad física y deportiva como el parque de La Carolina, que toman en cuenta la relación entre ambientes interiores y áreas comunales con el fin de crear entornos amigables para que el residente de un edificio pueda realizar sus actividades con la comodidad y seguridad como ejes, proyectos como esos toman en cuenta el horizonte de las ciudades del futuro.
Edificios pensados como punto de encuentro en la ciudad, que buscan convertirse en un referente en Quito en los cuales los residentes puedan realizar sus actividades cotidianas sin la necesidad de desplazarse, son los que ha creado y crea ROSERO CONSTRUYE con sus proyectos que llevan la impronta de la integración en el entorno urbano. De esa naturaleza son Harmony, su arquitectura y funcionalidad armada a la medida de su centralidad urbana —en el entorno del parque La Carolina—, así es Elize y su funcionalidad en espacios moderados que ofrecen confort y dinamismo a sus habitantes. La vinculación con el entorno en un edificio como este viene dada por los ventanales y balcones que proyectan a los residentes a un entorno natural, el mismo Parque de la Carolina. Harmony, Vida, Essence, Elize, Dalí son conceptos de espacios abiertos y contemporáneos que logran armonía de formas, elementos y texturas son algunas de las consignas de tendencia más que actual de estos proyectos.
Las ciudades son el presente pero deben tener los ojos puestos en el futuro. De ese modo nuestro destino irá parejo al del gran crecimiento, al de la vida racionalizada y consciente que define al nuevo habitante del planeta.