Han pasado 20 años del último título protagonizado por Eddie Murphy con unos mínimos de calidad.
A partir de la obra maestra de Frank Oz, ‘Bowfinger’, el cómico participó en distintos proyectos de mayor o menor éxito en taquilla y con más o menos suerte en cuanto a valor artístico.
Pero Murphy nunca se había ido. Su gran retorno en la fabulosa ‘Yo soy Dolemite’ dejan claro que aún hay Eddie Murphy para rato.
Jugando a las películas
Cuando los nombres de Scott Alexander y Larry Karaszewski entraron en el proyecto, el biopic de Rudy Ray Moore empezó a coger una fuerza que se antojaba imparable.
Los guionistas de algunos de los mejores y más atractivos biopics de los últimos años, como ‘Ed Wood’, ‘El escándalo de Larry Flint’ o ‘Man on the Moon’ suponían una incorporación más que esperanzadora para el regreso triunfal de Eddie Murphy.
Murphy se mete en la piel y los huesos de Rudy Ray Moore, padrino del rap, cómico salvaje e imposible de colocar en las emisoras y soñador infatigable. Moore no paro de pelear hasta llevar su arte a cuanta más gente mejor, y su alucinante historia sirve a Craig Brewer para dotar de un ritmo endiablado a la narración.
En apenas dos horas veremos a Moore tocar fondo y resurgir como Dolemite para apoderarse del mundo.
Pero ‘Yo soy Dolemite’ no sería posible sin su increíble, inmejorable, reparto. Craig Robinson, Mike Epps, Tituss Burgess, Da’Vine Joy Randolph, Ivo Nandi, Keegan-Michael Key y un increíble Wesley Snipes arropan a Murphy con su entrega.
Gángsters, drogas y kung-fu
2019 ha sido un año de amor al cine. Mientras Tarantino y Almodóvar presentaban sus particulares homenajes al séptimo arte con sus respectivos “érase una vez en Hollywood y en Paterna”, Craig Brewer presenta el suyo (más bien el de Murphy) a través de unos barrios bastante más chungos, unos hoteles más decadentes y un personaje inolvidable y lleno de energía con el sueño de ocupar el haz de luz del proyector de las salas de cine.
Al igual que en la obra maestra de Tim Burton, esta es la historia de un soñador imprudente lleno de buenas intenciones pero, tal vez, no con las mejores maneras.
Murphy se come la pantalla con la total confianza que le da la caracterización de su personaje. Cuando Rudy Ray Moore se transforma en Dolemite, Murphy también se transforma.
En su caso la transformación nos devuelve a la bestia parda de la comedia que arrasó con todo en los ochenta y un poquito de los 90.
De entre todo el reparto de estrellas secundarias que rodean a Murphy destacan por encima del resto Da’Vine Joy Randolph, que con su Lady Reed aporta el corazón de la película, y las desatadas pero también contenidas interpretaciones de Keegan-Michael Key (en su mejor papel en el cine, ya era hora) y un increíblemente cómodo en la payasada Wesley Snipes, que se encarga de resucitar a D’Urville Martin, con todas las bromas sobre el cine que eso conlleva.
Con Murphy sacando todo su flow a las órdenes de Brewer, que repetirá en la secuela de ‘El príncipe de Zamunda’, me veo en la obligación de advertir que no deberías dejar pasar esta increíble (algo dulcificada, pero qué más da) y estupenda historia de soñadores que funciona perfectamente como precuela espiritual de ‘Bowfinger’ y afrosecuela de ‘Ed Wood’. ‘Yo soy Dolemite’ está llena de ritmo, grandes actores, funk, muchas risas y buenísima onda. Una película que habría enamorado a Larry Cohen.