Autor: Diego Alejandro Jaramillo. PhD.
Nadie estaba preparado para esta pandemia. Ni la educación, ni las empresas y mucho menos el Gobierno. Nadie predijo en su Modelo Estratégico que esto pudiera pasar. Sin embargo, muchas instituciones están aguantando mejor que otras y son aquellas que tenían una visión a largo plazo. Por supuesto que no se puede predecir el futuro, pero quienes vieron más allá del año fiscal habían invertido en tecnología, usaban las plataformas digitales para reunirse más y viajar menos, y tenían armados equipos de trabajo de alto rendimiento que siguieron sus dinámicas para navegar en las aguas turbulentas de la situación actual.
En el caso de la Universidad de Los Hemisferios el desafío ha sido más con las personas, pues lo demás se convierte en malabarismos financieros, alianzas estratégicas y cuidar el flujo de caja como el bien más preciado. Y me refiero a las personas desde muchos ámbitos, porque algunos viven la tragedia de perder a un ser querido, otros están en medio del desempleo o recortes salariales y la mayoría enfrentan situaciones de ansiedad y depresión como causa de la inestabilidad, el desconcierto y el encierro.
Es ahora cuando se pone a prueba el liderazgo en los diferentes niveles, en medio de una crisis que no dispone de grandes salidas, pero que terminará en algún momento y nos pondrá en un nuevo escenario social y económico.
Sé que hablar de poner a las personas en primer lugar suena a cliché, sobre todo en esta época en la que estamos en “modo supervivencia”. Pero solo las personas serán capaces de sacar a las instituciones del abismo. Quienes sean comprometidos, innovadores, creativos serán capaces de unirse a equipos con diversas competencias, multijerárquicos y multigeneracionales. Quienes se repongan de la depresión, se sobrepongan al dolor y la angustia podrán ver hacia adelante y tendrán otra perspectiva.
Lo puedo decir desde mi propia experiencia: contar con personas audaces, que quieran a la institución y que estén dispuestos a dejar la piel, es el mayor valuarte de cualquier organización. Se necesita mucha delegación, comunicación, ejemplo, pero sobre todo, se necesita haber definido el perfil institucional con bastante claridad para poder compartir la misma visión.
En la Universidad, los equipos vienen trabajando en loops (lo opuesto a trabajar por áreas) desde hace casi 5 años y la mayor fortaleza del talento humano es la convicción en un ideario que han convertido en su propio proyecto de vida. Cuando se logra este proceso cultural (que nunca termina) los funcionarios sienten como un desafío propio el sacar adelante los proyectos.
Por supuesto que suena fácil y que el papel puede con todo, pero muchos lo están logrando. El desafío radica en lo que cada uno haya hecho por su propia cultura.